Hoy, los pasos de un amigo al que suelo seguir para informar a unos señores muy simpáticos que me pagan por revelar paraderos de otras personas, me han conducido a mi antigua academia de solfeo. Lo primero que he pensado al entrar ha sido en mi deber de escribir un post sobre la experiencia, pero lo dejaré para más adelante; creo que esto es prioritario.
Todo parecía más pequeño, más vacío, más desafinado. ¿Es ese el efecto que causa mi ausencia? ¿Es eso lo que quiero que pase cuando me vaya de los sitios? Tales y similares preguntas me han asaltado, pero no llevaba dinero encima y se han tenido que marchar con las manos vacías.
Allí cursé estudios de solfeo y violín hasta los trece años, edad en la que decidí que mi futuro, lejos de guardar relación con la música, se orientaría hacia otros derroteros más relacionados con deportes de riesgo y ropa holgada. Eso, y que no logré aprobar tercero de violín, instrumento difícil que requiere vocación, virtuosismo y estudiar de vez en cuando.
Me ha sorprendido que dos profesoras aún me recordaran, aunque ya se sabe que gente rencorosa nunca falta (chiste patrocinado por Les Luthiers). Supongo que habrá sido por la barba frondosa y la chaqueta de tweed.
El resto, igual. Igual que siempre. Un trocito de mi pasado se me ha representado hoy. Ya os lo contaré en otro post, pero, aun a riesgo de parecer una patata humana, os digo yo que ha sido muy, pero que muy gratificante.
Todo parecía más pequeño, más vacío, más desafinado. ¿Es ese el efecto que causa mi ausencia? ¿Es eso lo que quiero que pase cuando me vaya de los sitios? Tales y similares preguntas me han asaltado, pero no llevaba dinero encima y se han tenido que marchar con las manos vacías.
Allí cursé estudios de solfeo y violín hasta los trece años, edad en la que decidí que mi futuro, lejos de guardar relación con la música, se orientaría hacia otros derroteros más relacionados con deportes de riesgo y ropa holgada. Eso, y que no logré aprobar tercero de violín, instrumento difícil que requiere vocación, virtuosismo y estudiar de vez en cuando.
Me ha sorprendido que dos profesoras aún me recordaran, aunque ya se sabe que gente rencorosa nunca falta (chiste patrocinado por Les Luthiers). Supongo que habrá sido por la barba frondosa y la chaqueta de tweed.
El resto, igual. Igual que siempre. Un trocito de mi pasado se me ha representado hoy. Ya os lo contaré en otro post, pero, aun a riesgo de parecer una patata humana, os digo yo que ha sido muy, pero que muy gratificante.