martes, 30 de junio de 2009

Deuda pública

Mi vida prosigue rutinaria, fofa y vaga entre veladas veladas, sospechosos habituales y señoras que tienden a esparcir eneldo sobre sus víctimas. Todo llegará, parezco oír desde el fondo de un tarro de gel de ducha. Mientras espero, me entretengo estrenando el blog y abanicándome con una biografía de Pol Pot. No se me ocurre nada mejor que hacer, pero confío en que pronto lleguen los rigores del invierno y, con ellos, mi escafandra francesa. Ya sabéis a lo que me refiero.

A petición popular, me gustaría manifestarme contra los grados centígrados. No sé si bastarán los pasquines de rigor o se hará necesario un escrito en tiempo y forma al antiguo Ministerio de Obras Públicas, ahora Charcutería Loli.

A petición impopular, quisiera mostrar mi apoyo sincero a todos aquellos que, en la denodada lucha contra la discriminación y el apartheid, quedaron excluidos del medallero en la última carrera de tacones.

Vale.

jueves, 25 de junio de 2009

Todo vuestro

Ya hice una vez algo parecido, pero dada la renovación de plantilla me considero en la obligación moral, jurídica y económica de repetir con una variación: esta vez no glosaré los beneficios que me reportan la lectura de vuestros blogs. Esta vez iré un paso más allá y posteriormente otro más acá, y os comentaré a vosotros, mis comentaristas habituales. Ready, steady, go, etc.

- Tortugaboba: quizá sea la más asidua. Podéis verla comentando en todas mis entradas, como la fan que nunca tuve. Suele despedirse con uno de los múltiples sinónimos e incluso prolongaciones hipertróficas de la palabra"beso". No sé cómo llegó, pero el blog agradece su presencia y pide que poco a poco vaya saliendo del caparazón, para poder devorarla como es debido, sin cortezas ni impedimentos.

- Gesualdo: guarda similitudes obvias con su homónimo, el Príncipe de Venosa, que se cargó a su señora esposa y al amante de su señora esposa al sorprenderlos en actitud yacente. Dicho así, tal vez no parezca demasiado halagador, pero creo que él sabe a lo que me refiero. Adorador de la música antigua, las bicis, La hora chanante y la buena comida, no necesariamente en ese orden.

- Nils: el perseverante, si tuviéramos que adjetivarlo. Merodea por aquí desde casi la fundación del blog. Periodista consumado y obsequioso, militante de causas ganadas, concedente de envidias sanas e insanas, viajante, menos provocador que antaño e igual de naïve. No es necesario decir que llegará lejos, porque creo que la Patagonia es el único país que le queda por pisotear. Llegará lejos (por si acaso).

- Ace76: pese a querernos convencer de que adora el grunge, las camisas de franela y los 90, todos los que lo conocen saben que en realidad su pasión es el pop, los corbatines y los 80 en todo su esplendor y kitschez. Este murciano nacido en Pamplona es el cronista oficioso de OT en cualquiera de sus ediciones, y posee el don de redactar textos sobre fondo naranja que, por tanto, transmiten buenrollismo a tutiplén.

- María: la amable inquisidora. Empezó sus andanzas por aquí no hace demasiado, corrigiéndome unas faltas de ortografía que yo escribía a propósito para que dejara algún comentario y para convenceros de que no necesito ser perfecto. Me provoca agradables obsesiones ortográficas, gramaticales y musicológicas, sin las cuales mi vida sería un continuo cúmulo de obsesiones de cualquier otro tipo sin garantía de agradabilidad.

- Alejandra: no sabría cómo definir a una señora cuya biografía real es más ficticia que la ficticia, y viceversa. Desconcertante y desconcertada. Filosófica, subrealista, realista y surrealista todo en uno, al mismo tiempo y a precio de fábrica.

- Simón, el barítono, la penúltima incorporación comentatitva de este blog. Molinense y basileriense al tiempo. Aburrido con tanta nota intermedia y tanto papel operístico, reclama risa de gatillo fácil, lo que le valió una entrada en este mismo blog no hace demasiado tiempo. Comentarista de nombre camaleónico, pero identificable y descriptivo, hace resonar sus estentóreas carcajadas en modo mayor por las calles de Basilea mientras escucha el podcast de Ars Mvsica.

- Guisela, Shishela, Cheesela y otros tantos smileys identificativos. Rumorística, descendiente de nobles, amante de Murcia y sus tradiciones, fundadora de Cartagena, última incorporación al blog, benefactora de la Humanidad, idiomática, remozadora, advenediza, adventista, boluda, epigramática, ebanista y, sobre todo lo demás, rubia.

Me dejo gente, lo sé, pero se me acaba de morir Michael Jackson y esto me ha provocado sueño invencible y ganas de comer patatas invencibles. Otro día me recordáis por qué letra me quedé y os invito a queso.

martes, 23 de junio de 2009

Formas de evitar el síndrome de la página en blanco (I)

- Ten amigos a los que amenacen de muerte por Tuenti. Siempre podrás contar cómo los llamaste para ofrecerles consejo legal, jurisprudencial y doctrinal. Además, los verdaderos amigos nunca se ayudan mutuamente sin exigirse a cambio grandes sumas de dinero.

- Cuélate en una ópera sin necesidad de hacerte pasar otra vez por la prima donna. Se requiere destreza, prestancia, presbicia y, a ser posible, un amigo que trabaje en la escena del crimen y te cuele de estrangis a cambio de una mención en tu blog y de grandes sumas de dinero.

- Témele a una chica argentina remala que te llama, te da órdenes y te cuenta sobre viajes a lugares que sólo existen en su imaginación y en cualquier mapa. Eso te permitirá escribir a menudo, aunque tendrás que mantenerla a ella y a sus cuatro michelines en edad escolar, lo cual supondrá el desembolso de grandes sumas de dinero.

- Ve al taller a que le miren a tu coche un horrible y persistente ruidito desagradable que lleva una semana entera haciéndote pensar que se te ha colado un mapache entre las bujías y, una vez allí, comprueba cómo tu coche no emite más sonidos que los madrigales de Monteverdi que llevas en el radiocassette de serie por el que nadie sería capaz de pagar grandes sumas de dinero.

sábado, 20 de junio de 2009

Imaginanción desbordante

Tengo la suerte de trabajar junto a un complejo de ocio lo suficientemente vigoroso como para contar aún con varias salas de cine en relativo buen estado y lo suficientemente decadente como para no ser frecuentado por la garrulería imperante más que en noches de víspera y fiestas de guardar. La táctica es simple: quedarse a comer algo rapidito en la cafetería y entrar al primer pase, sobre las cuatro pe eme, acompañado generalmente de nadie, con la sala en propiedad y la conciencia tranquila por tener mucha tarde todavía para trabajar si se ha quedado algo pendiente.

En esas condiciones vi "Ponyo" y "Los mundos de Coraline". He de decir que ambas, cada una en su estilo, me gustaron. Creo que Miyazaki ha bajado el listón con eso de hacer cine más infantil y que Selick ha subido un poco el listón con eso de hacer cine menos infantil, pero las dos me han dejado igualmente patidifuso con eso de demostrarme que la superimaginación convencional sigue vigente, pero que la no convencional acecha.

¿Hay vida animada más allá de Pixar y Dreamworks? Sí. Probablemente no se entienda mucho o resulte ilógica y demasiado bizarra para intentar sacar moralejas fáciles o aplicarla a situaciones cotidianas, pero yo no la desdeñaría a la ligera... ni me adentraría mucho sin ansiolíticos, por si las moscas.

miércoles, 17 de junio de 2009

Nuevas tecnologías

Hoy ha aparecido una nueva actualización en el software del iPhone. Me la he empezado a descargar y, sin saber bien cómo, he llegado a un punto en el que se me ha pedido algo que no era capaz de ofrecer: introducir el código PIN desde una extraña interfaz donde sólo se me permitía hacer llamadas de emergencia.

Como me ha parecido feo llamar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para que me ayudaran en tales menesteres, y por otra parte iba notando cómo se elevaba mi nivel de adrenalina (y freático) ante la posibilidad de volver a ser el Ángel 1.0 (un Ángel no sexy), he llamado a emilcar, que es un auténtico MacGyver. Así, los dos, sentados en un parque con el iPhone, el MacBook y bien circundados (y circuncidados) de indigentes ávidos de tecnología, hemos procedido a sacar mi tarjeta SIM y a meterla en el viejo Nokia N70 de emilcar para hacer unos reajustes.

La parte bizarra es que hemos conseguido solucionar el problema del iPhone (y de mis cardiopatías) gracias al susodicho Nokia, lo cual no tendría demasiada relevancia si no fuera porque el susodicho Nokia se cayó hace algún tiempo de una cama (situada en Daroca, provincia de Zaragoza) y tiene la pantalla descascarillada a modo de mosaico bizantino.

Al final todo ha ido bien, pero si no fuera por vosotros, gustoso volvería al Ángel 1.0.

martes, 16 de junio de 2009

Eppur... mi piace

Argentina es uno de los destinos a los que algún día tendré que viajar, unos de mis must-travel. Además de contar con algún consanguíneo en Buenos Aires, me gusta casi todo lo que le conozco, sobre todo ese carácter teñido de pesimismo esperanzado que tan bien han reflejado escritores y artistas como Quino, Les Luthiers, Castellani, Campanella y otros tantos.

¿Por qué, entonces, todos intentáis disuadirme y convencerme de que Argentina es tierra de ególatras, engatusadores y engañabobos que me tratarán de gallego pese a habitar yo en el otro extremo de la península? ¿No os gusta acaso Mafalda? ¿No os molaría usar ese característico acento para ligotear con las titis? ¿No os van los apellidos italianizantes? ¿No es acaso vuestro sueño estar todo el día llamando a la gente "boludo" y "pelotudo"?

Aprovecho la reciente incorporación de Guisela, mi nueva comentarista pampeña, para cederle unos cuantos comentarios y que me salga en defensa o denostación de la tierra que la vio nacer y que, algún día, me recibirá con los brazos abiertos y un plato de chucrut en cada mano.

jueves, 11 de junio de 2009

Cambridge (Flashback 2)

Recuerdo que el domingo por la mañana me levanté y volví a bañarme, porque en mi cuarto de aseo no había ducha, así que los baños eran obligatorios, frecuentes y de cuerpo presente.

Recuerdo que fui a misa católica de 8 am y que me dio mucho gusto ver que existen católicos en Inglaterra, porque un católico anglosajón se me figura tan extraño como un anglicano oriundo del Rincón de Beniscornia, provincia de Murcia.

Recuerdo que desayuné un café con nata con caramelo con chocolate y un muffin de chocolate con toppings de más chocolate y toffee. Eché en falta no haber tenido a mano una buena tarrina de mantequilla para untarlo bien, porque lo noté hipocalórico.

Recuerdo asistir a una misa anglicana cantada por los odiosamente envidiables niños del King's College, con el mismo chambelán alopécico y un contratenor rebelde que pintarrajeaba la sillería vetusta y respetable. Recuerdo que duró unas dos horas, que cantaron una misa de Orlando de Lasso y que una diácona dio un sermón sobre el Magnificat en clave socialdemócrata.

Recuerdo asistir a otras vísperas anglicanas cantadas por el mismo King's College de antes, con las vidrieras en el mismo sitio y un tenor Mohinder Suresh. Recuerdo que el capellán nos saludó con un "welcome again". Creo que una visita más hubiera bastado para entrar directamente como maestros de ceremonias o acólitos de primer grado. El chambelán nos miró con recelo.

Recuerdo una barbacoa nocturna a las siete de la tarde en nuestro College a base de salchichas grisáceas, hamburguesas encogidas, hamburguesas vegetarianas de aspecto pálido, zumo de naranja en polvo y pimm's, que viene a ser la sangría inglesa, con sus cortecitos de limón, de naranja y de inexorable pepino. Recuerdo temer en vano por la salud de mi íleon.

Recuerdo una postcena en mi habitación con dos botellas de vino francés y seis copas. Recuerdo, poco después, una postpostcena en la encantadora sala de profesores ociosos con fruta, chocolate, oporto, el tesorero del College y un señor que fue hasta no hace tanto Embajador en España y profesor de inglés de nuestro Ministro Moratinos. No recuerdo acostarme.

Recuerdo una jornada de lunes de mercadillos, largos paseos, más colleges en época de exámenes y una explanada gigante de prados de reverdor y adolescentes mutantes jugando al frisbee con superpoderes.

Recuerdo una cena a las 6 pm en el restaurante donde mejor cocinan el fish and chips. Recuerdo desmigajarlo mucho para que no se notara que no me apetecía demasiado merendar pescado frito con patatas, aunque las tres botellas de vino blanco cumplieron su misión, fuera cual fuera su misión.

Recuerdo una velada inolvidable en casa del anfitrión, con un montón de quesos ingleses y cinco botellas más de vino a repartir entre seis.

Recuerdo el último día, el viaje de vuelta en estado vegetativo, las azafatas de plástico duro, un panini de mozzarella con tomate que jamás se enfrió del todo y un aterrizaje de bajo coste.

Recuerdo llegar a casa en estado de ñoñez y escribir un post que provocó vuestras iras.

He cumplido. Os toca.

miércoles, 10 de junio de 2009

Cambridge (Flashback 1)

Recuerdo que en el aeropuerto no tuve problemas con el equipaje de mano, y que eso me procuró serias desavenencias con el sistema de control alicantino. Indignado, a punto estuve de abrir todos los compartimentos secretos donde guardaba el Almax, los gelocatiles y demás estupefacientes. Si lo que querían era verme los calcetines podrían habérmelo pedido directamente y haberse dejado de zarandajas.

Recuerdo un vuelo tranquilo con unas azafatas de plástico duro que hablaban inglés con un deje neozelandés poco comprensible pero bastante bailable. A una de ellas le pedí un panini de bacon con tomate y mozzarella, pero en algún punto de mi exposición debió de malinterpretarme, porque acabé comiendo pan con un extraño bacon compuesto básicamente de escamas.

Recuerdo que mi llegada a la estación de tren de Cambridge coincidió con un macrofestival de música pop-rock británica, y que varios policemen nos separaron de las personas de aspecto respetable y nos condujeron por unos pasillos llenos de popis con flequillos de todo tamaño, color y orientación sexual que vestían estrafalariamente. Los pasillos desembocaban en una explanada con perros buscadrogas que nos olieron con delectación pero poca eficacia. Volví a indignarme y a estar a punto de abrir todos los compartimentos con el Almax, gelocatiles y demás estupefacientes.

Recuerdo llegar al college en un taxi conducido por algún pariente cercano a la azafata del avión, en lo que a pronunciación idiomática se refiere. Al menos no me sirvió pan con bacon de escamas.

Recuerdo llegar al Sidney Sussex College, pedir la llave de mi habitación, subir y encontrarme con una auténtica suite absolutamente enmoquetada pero regia y señorial, con chimenea y vistas a un montón de patios interiores de carácter telúrico y cespédico. Recuerdo una libro de firmas ilustres en mi habitación y, entre ellas, la del Príncipe de Gales y tres profesores de la Universidad de Texas que añadían una estrella muy graciosa en su firma. Firmé usando una pluma de antaño mojada en tinta de antaño y dejé el papel bien rayado a base de apretar el plumín contra el papel de antaño, según costumbre.

(Arriba a la derecha, la habitación. Subid cuando queráis)

(Parte de la habitación. Escritorio vetusto al fondo)

Recuerdo a un montón de dobles de Mohinder Suresh.

Recuerdo un delicioso paseo en barca por el río Cam, con un remero autóctono tendente al silencio absoluto. Tuvimos que deducir por nuestra cuenta los paisajes paradisíacos y ponerles nombres falsos cuando era necesario.

(Árbol paradisíaco con nombre falso)

Recuerdo asistir al rezo de vísperas en el King's College, con un montón de niñitos y jovenzuelos anglicanos cantando odiosamente bien, y un chambelán calvo con una vara y tres extraños surcos en la cabeza, como marcas o rayitas hechas con pluma vetusta. Recuerdo mucha parafernalia gótica y un conato de síndrome de Stendhal.

Recuerdo tomar media pinta de zumo de cebada a temperatura ambiente en el Eagle's, famoso pub que me recomendó una buena amiga de la infancia que por alguna razón quiere convertirse en mi archienemiga.

Recuerdo cenar en el segundo mejor restaurante de Cambridge y pagar treinta libras con la efigie real por tres entrantes-despojo y una pechuga de pollo a la plancha con vegetales, todo ello regado con un vino californiano llamado Dancing Bull cuyo sabor hacía honor a su nombre.

Recuerdo que todo eso sucedió el sábado.

Recordadme que mañana recuerde más.

martes, 9 de junio de 2009

Cambridge

Hace escasas dos horas he aterrizado en el aeropuerto de Alicante después de mi estancia ociosa y desenfadada en Cambridge. Ha sido una experiencia que no sabría ni podría describir a no ser que me inventara las palabras. El hecho de vivir en un College de finales del s. XVI ya supone para un dandysnob sibaritoide como yo razón suficiente para que todo lo demás haya merecido la pena, pero es que, curiosamente, todo lo demás ha merecido la pena.

Compañía extraordinaria, paseos en barca, césped, chistes, mucho vino, colleges de toma pan y moja, vísperas anglicanas y cantadas en el King's College, polifonía, monumentos, mercadillos, una tienda de facsímiles, noches hasta las tantas, tarrinas de fresas y frambuesas, tés y la lluvia justa para no deshidratarse con tanta actividad.

Palabras existentes, aptas únicamente para que os forméis un prejuicio aproximado de lo que ha sido este viaje. Si además de todo eso llega a haber comida decente y menos moqueta, a estas alturas algún funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores ya estaría rellenando papeles para solicitar mi extradición.

miércoles, 3 de junio de 2009

El perfume... D'oh!

Pues resulta que yo soy muy dado a homerizar momentos de mi vida, y en muchas ocasiones me pasan cosas que más bien parecerían propias del cabeza de la familia Simpson. No sé si recordaréis cuando se acerca al quitanieves, el vendedor se lo ofrece haciendo ruido de látigo, Homer replica si piensa que por hacer ese ruido va a comprarlo, el vendedor lo repite tres veces y Homer le ruega desesperadamente que se lo venda.

Esta mañana he ido a la perfumería de la esquina, buscando alguna muestra de fragancia aleatoria, pequeñita y llevable en equipaje de mano. He llegado y se lo he pedido a la dependienta exactamente de esa manera cutre pero con más desparpajo. Ella me ha dicho que me recomendaba Attitude Extreme de Armani; yo automáticamente le he replicado si no tendría Kenzo; ella me ha dado el frasco de 50 ml. porque ese tamaño no da problemas en aeropuertos; yo le he dicho que no, que el de 100 ml., y he acabado comprándome un perfume que no necesito, que me ha costado 60€ y que además no podré pasar por la aduana.

Al menos la señorita me ha inundado la bolsa de muestras de fragancias aleatorias, cremas hidratantes y elixires antiojeras.

No le ha hecho falta ni imitar el chasquido de un látigo.

lunes, 1 de junio de 2009

And now, for something completely different... Cambridge!

Sin ánimo de gafar nada ni a nadie, creo que ya es hora de que cuente que este sábado que viene, si todo va bien, emprenderé un viaje que cambiará mi vida quizá no para siempre, pero sí para unas cuantas horas, lo que suelo tardar en aclimatarme a sitios nuevos. Como todo aquello que cambia mi vida cambia, por simple cálculo causal, las vuestras, os cuento.

Es destino será Cambridge, ciudad universitaria, lugar definido recientemente como "lo bastante decadente" como para que me guste. Viviré aquí durante cuatro días, ni más ni menos. Los forasteros, foráneos o forúnculos deberán recordar, en este extremo, que el martes día 9 celebramos el día del Estatut Murciano. Ergo, puente (como decimos aquí).

Sé poquita cosa más. Será un viaje casi improvisado, en buena compañía y con anfitrión nativo. Supongo que no me llevaré el portátil, y no sé si tendré acceso a internet desde la sala común de Gryffindor, pero os llevaré en el corazón, en una sección de mi aurícula izquierda que tengo habilitada a tal efecto.

Permanezcan atentos esta semana. Puede haber novedades.