jueves, 30 de julio de 2009

Como un ñiquiñiquiñiquiñiqui

Mi coche hace ruidos. Ruidos nuevos que no hacía antes, ruidos por los que no pagué y que no provienen de mi radiocassette integrado, últimamente dedicado a la reproducción exclusiva de motetes no posteriores a 162o.

Anteayer lo llevé al taller. En los talleres se lo suelen pasar muy bien conmigo, porque soy automovilísticamente tontico y no puedo disimularlo. Luego me pasan unas facturas morrocotudas y muy desglosadas de las cuales cualquiera extraería la conclusión de que todos los mecánicos del lugar, más algunos refuerzos arios, han tenido que someter a mi Volkswagen a una operación de microcirugía con laparoscopia. Sin embargo, esta vez lo llevé a un taller de confianza donde el engaño quedaba excluido.

Excluido, al menos, por parte de los empleados. El coche, después de casi un mes con el ruidito, no emitió más que el ronroneo sexy del motor y un poco de CO2. Como cuando tienes un problema con el ordenador, llamas al informático y el ordenador deja de darte problemas. Con la particularidad de que, debido a mi cara de desesperación y a mi interés porque sonara el ruidito, el encargado se subió conmigo al coche y nos dimos una vuelta por los alrededores por si en movimiento cambiaba mi suerte. Nada. Le pedí que siguiera, que el ruidito estaría a punto de aparecer. Nada. A la altura de Lugo, creo, nos pareció prudente volver, porque se hacía de noche y no había ruiditos.

Lo bueno de la historia es que la revisión me salió gratis. Lo malo, que bastó un alejamiento prudencial del taller para que se reanudara el ruidito, que he decidido solapar como mejor sé. Si vais por la calle y os cruzáis con un coche que lleva a todo volumen unos motetes estupendos anteriores a 1620, ya sabéis. Saludad, que os invito a algo.

martes, 28 de julio de 2009

Ahora sí

Desde que me pasé a mac, allá por el 17 de noviembre de 2008 a las 19.45h, he vivido en zozobra y desasosiego por no haber hecho el proselitismo exigido a todo buen maquero que se precie. En las reuniones, los demás me miraban raro y me señalaban con el dedo o con el paraguas. Incluso ha habido situaciones violentas, como aquella vez, cuando se me impidió untar una rosquilla en salsa bearnesa. Todo por no inocular el virus de mac en ningún pecero.

Hoy, el amigo más antiguo que conservo, al que llamaremos Antonio por ser su verdadero nombre, se ha comprado un MacBook Pro 13". En idioma mac, se dice que Antonio es mi switcher. "Antonio", sujeto; "es", verbo copulativo; "mi switcher", atributo. A los maqueros nos gusta hablar con oraciones simples y, a ser posible, copulativas.

Ahora mi deber de poseedor de un switcher es cuidar de él y procurar que nunca le falte consejo, ni trabajo, ni alimento. Ya tiene un correo con instrucciones básicas para el transplante de mente windows -> mac y ahora está durmiendo. Cuando despierte le echaré un trocito de jamón york a ver si quiere. Y mañana, sin falta, lo llevo a que lo vacunen.

Por fin puedo andar a rastras con la cabeza bien alta.

lunes, 27 de julio de 2009

Disertatio

Sé que han sido ya muchos los autores consagrados que se han ocupado de la cuestión, pero no puedo dejar de abordar un tema tan espinoso y a la vez tan espinoso como el del mundo de la tostada, máxime cuando me lo ha pedido el mismísimo Gobernador Civil de Terra Mítica.

No me detendré demasiado en la génesis del concepto. Es de sobra conocido que la tostada es descubierta por Pericles mientras acaricia a un erizo, y que desempeñará un papel determinante en las primeras Guerras Púnicas, sobre todo de nueve a once de la mañana.

Hasta el siglo XII no se tiene noticia de ninguna más, sin duda debido al característico oscurantismo medieval. Sólo en algunos monasterios del Císter se conservan ejemplares de tostadas prerromanas que los monjes usan a modo de palimpsesto, pero con más mantequilla. En el Romancero Viejo, dentro del "Romance del Conde Sancho, Doña Elvira y Pericles", encontramos este interesantísmo fragmento:

"[...] andaba el buen Conde Sancho,
camino de la posada,
pensando manera buena,
de saciar hambre atrasada.
En llegando al posadero,
ve panes y mermelada,
y cree llegado el momento,
de pedir una baguette".

Siglos más tarde, Leonardo da Vinci esboza unos diseños de tostada aerodeslizante que le valen acusaciones de herejía e incesto con reptiles. Por miedo a la Inquisición, el reputado humanista esconde los prototipos bajo las encías, donde han sido recientemente hallados durante el transcurso de un viaje organizado a Tierra de Fuego.

Los siglos posteriores reflejan el movimiento pendular que caracteriza a la Historia y a determinados tipos de relojes y así, si bien el XVII añade a la tostada adiciones y volutas, es a partir de 1760 cuando se intenta volver a la tostada griega, proporcionada y marmórea. El academicismo del siglo XIX y el florecimiento de las escuelas de Bellas Artes redundan en una mayor consideración del tostadero, que pasa de mero artesano a profesional consagrado y, en no pocas ocasiones, maldito.

El siglo XX supone una revolución en el mundo de las tostadas, sobre todo a partir de la performance que muchos consideran el inicio de la tostadería tal y como hoy la conocemos. Me refiero, obviamente, a "L'éternité perdue", de Marcel Duchamp, en la que el artista se restriega una tostada por el coxis al tiempo que emite sonidos agudos y graves alternativa y simultáneamente. A raíz de esto, Piero Manzoni afirma algo en italiano.

Hoy en día la banalización de la tostada es patente y cualquiera puede disponer de una de ellas casi de forma gratuita. En pocas semanas, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas decidirá sobre el uso de cortezas sobrantes en la fabricación de armamento nuclear. Se espera el veto de la República Popular China y la finalización de este post redactado con síntomas obvios de insolación y síndrome de Stickler.

viernes, 24 de julio de 2009

¡Concurso de motetes!

"Breve composición musical para cantar en las iglesias, que regularmente se forma sobre algunas palabras de la Escritura."

Así define la Real Academia la palabra "motete" (y veintiséis palabras más que hasta hoy nadie ha consultado). En mi coro, como sabéis, cantamos muchos motetes. Unos dos mil por decímetro cúbico. Hay vídeos de YouTube, vídeos de Facebook y vídeos de Primera que lo corroboran. Amamos los motetes de todo tipo y condición, duración, estructura, color de piel, color de ojos e ideología política. Cualquier motete es bienvenido en nuestras vidas, salvo los funerarios, que son bienvenidos en nuestras muertes (obviedad de necesaria recordación).

Esta noche, en nuestro frenesí motetil, celebraremos la II Edición del Concurso Anual de Motetes. Tendrá lugar en una gran mansión. Habrá comida, frutos secos, alcohol y motetes de no más de seis minutos de duración. Cada uno aportará tres. Al menos uno de ellos habrá de ser de compositor español. Ni anteriores a 1440 ni posteriores a 1620. Galardones para los participantes, que deberán convencer al resto de la superioridad musical de sus piezas y de sus respectivas superioridades morales.

Hoy estaré enfrascado en tal singular lid. Desde las nueve de la noche hasta que el amanecer nos separe.

Siento no poder revelar mis bazas, pero tengo la certeza de estar siendo espiado.



jueves, 23 de julio de 2009

La polémica está servida

Después de la polvareda levantada por las declaraciones del Fotocopiador macho del post antecedente, se me ocurren numerosas cuestiones que podríamos someter a debate, siempre y cuando me garantizarais que habrá inútil derramamiento de sangre y que en menos de un mes ingresaréis en mi cuenta bancaria todo vuestro dinero.

Los voy a exponer con guión previo. Procuraré usar la menor cantidad de locuciones adverbiales posibles para no herir sensibilidades.

- Costumbres monacales y hábitos alimenticios.
- Recrudecimiento de hábitos alimenticios en países orientales.
- Dieta basada en el cebollino y hálitos alimenticios.
- Ayudas a los países en vías de desarrollo: soluciones habitacionales alimenticias.
- Ortografía, ingesta indebida de haches y ábitos alimenticios.

Soy consciente de las implicaciones políticas, sociales, económicas y vestales que comporta mi planteamiento, pero no sería yo si no me situara en el límite. Si sentís desasosiego, lo decís y os cuento cómo llegué a Ministro de Gracia y Justicia.

lunes, 20 de julio de 2009

Intermezzo

Regreso a la vida cotidiana después de cinco días playeros en los que he adquirido una interesantísima tonalidad cetrina a base de loción solar factor veinte y sacrificios humanos sin importancia. Han sido días intensos de reencuentros, risas y rememoración de nuevos tiempos.

Después de semejante licencia poética digna del mismísimo Pedro Salinas (q.D.g.), he de decir que Murcia capital no ha cambiado. Esta misma tarde, por ejemplo, he tenido que hacer unas fotocopias en la papelería de la esquina. Nada demasiado serio: documentos relacionados con mi curriculum y fruslerías de similar naturaleza.

El fotocopiador macho se ha acercado con sus bigotes a una de mis publicaciones, la ha observado con gesto tan adusto como severo y ha constatado que versaba sobre relaciones diplomáticas entre España y la Santa Sede. Entonces se ha detenido unos instantes y ha guardado un respetuoso silencio tras el cual ha emitido sentencia firme: "a ver... ¿se puede saber qué Gobierno español se va a tomar en serio la aconfesionalidad del Estado y va a derogar el Concordato? Creo que ya es hora de establecer una separación clara entre la Iglesia y el Estado".

El debate ha durado escasos cinco minutos, los que ha tardado en acabar de fotocopiar. Lo calificaría de profundo y edificante, pero como no ha sido ninguna de las dos cosas me voy a comer galletas y vuelvo dentro de un rato.

martes, 14 de julio de 2009

Advertencia muy necesaria

Comienzan los rigores del verano, los efectos del implacable lorenzo y, con todos ellos, la deliciosa rutina anual veraniega: leves incursiones playeras hasta agosto y, advenidos primeros del suprascripto mes, grave incursión playera hasta el día 23, fecha clave y cónclave en el que celebramos el nacimiento, crecimiento, reproducción y muerte de Andrés Miravete. Y a partir de entonces, vuelta al laboro y preparación para fechas propicias.

Esta noche mismo, por ejemplo, salgo hacia la zona de entremares, y no volveré hasta el lunes salvo motivo de fuerza mayor tal como una nueva diáspora albigense.

En la playa, ya lo sabéis, no puedo hacer uso indiscriminado de iNet. El iPhone me saca de apurillos puntuales e incluso me lo paso bien twitteando tontunas, pero escribir una entrada de blog se me antoja tarea ardua. Caerá alguna, no temáis, pero será esporádica y no guardará relación con Bertín Osborne, como de costumbre.

Mientras no cesen las fluctuaciones, tenéis diversas opciones que vosotros mismos podéis y debéis ampliar hasta que quepan dentro un edificio público cualquiera:

- No desesperar.
- Desesperar.
- Meter mi blog en cualquiera de vuestros feeders de ordinaria administración.
- Visitar mi blog a diario y regar las plantas.
- Leer mi blog desde el principio y no regar las plantas.
- Venir a nadar a la piscina.
- Esperar vigilantes con vuestra recortada cargada en el rincón de siempre.

Por ahora, eso es todo. Sé que la próxima vez que reciba el informe de visitas el contador estará necesitado de una transfusión, pero os comprendo y sé que a vosotros os cuesta tanto dejar de leerme como a mí dejar de escribiros con la falta de frecuencia y constancia a la que os tengo acostumbrados.

Enseguida vuelvo.

martes, 7 de julio de 2009

De buena ley

¿No sabéis cuál es el programa que da título a esta entrada? ¿De verdad? ¿No os suena? Intentad visualizar los comienzos de Ana Rosa Quintana, de ujiera de tribunal de arbitraje en el programa "Veredicto". Pues igual: dos seres humanos (por lo general) le cuentan sus cuitas a un abogado que ejerce de árbitro, el árbitro se retira a deliberar, el público opina a micro pelado y al final sale el árbitro y dicta el laudo.

La cosa está en que me estoy aficionando al programa. No sólo porque las resoluciones vayan acompañadas por un dicho popular estupendo, ni porque me traiga a la memoria aquellos tiempos infaustos estudiantiles y me sirva para probar mi agilidad mental en casos prácticos, sino, por encima de todo, porque me está sirviendo para replantearme el concepto de jurado popular.

Nunca he tenido demasiado clara mi postura al respecto, y está claro que el público que excreta sus opiniones tendrán pautas de guión y petisoperías de esas, pero cada vez que oigo los razonamientos que esgrimen algunos de los jurídicamente legos, me da por discernir el momento exacto en que el hombre o la mujer dejaron de emplear el cerebro por el yeyuno para ejercer sus funciones racionales.

Pondría algún ejemplo, pero os animo a que lo veais y, puestos a juzgar, juzguéis por vosotros mismos.

lunes, 6 de julio de 2009

Verano rojiblanco

Anteayer comenzó oficialmente el verano. No solsticialmente hablando, ya me entendéis, sino subjetiva y relativísticamente hablando, es decir, que me di el primer baño de la temporada. Como soy hombre precavido, decidí embadurnarme como es debido con la primera crema de protección solar que hallé semioculta en el fondo de una bolsa playera.

Hasta tal punto llega mi precaución que, desoyendo los consejos de Cristiano Ronaldo y Michael Jackson, hice caso omiso del bordado que aparecía en el lateral del botecito cilíndrico y que situaba la fecha de caducidad en noviembre del pasado año.

No sé si sería eso, o la espesez del potingue, o la protección sesenta, o la deflación, o qué. El caso es que con las prisas y la escasez de manos disponibles, quedaron zonas huérfanas de crema, y hoy puedo lucir con orgullo torso y rostro de intensas tonalidades rojas y blancas perfectamente delimitadas.

A ver quién de vosotros puede presumir de poseer una mancha bermeja con la misma forma que el mapa de Rumanía en el lomo izquierdo. A ver.

sábado, 4 de julio de 2009

En directo, retransmitiendo para todos ustedes

Ayer se produjo un acontecimiento insólito en lo que llevamos de civilización occidental. A las ocho horas pe eme, en la Sala de Conferencias y Saraos de la FNAC, Necesito un Arma y Kafelog, dos de los podcasts más provocativos e irreverentes del sureste peninsular, se enfrentaron en singular lid. Singular porque no tuvieron que sacudirse entre ellos gracias a las aviesas maniobras de emilcar, el moderador inmoderado, que consiguió que los que empezaran siendo contendientes tuvieran que aliarse contra las preguntas del resto de blogosfera.

Pero no entraré en detalles. ¿Por qué? ¿Por qué no habría de entrar en detalles de esos que os gustan tanto y os hacen cosquillitas en el alma? Pues porque ayer hubo un taquígrafo en la sala, un narrador imparcial, un cronista objetivo que encargóse de dar fe de lo que allí aconteció. Y ese, amigos, fui yo, como bien sabéis desde que habéis leído el título de este post.

Gracias a twitter y a mis cuatrocientas pulsaciones (sobre el teclado) por minuto, no omití detalle del sinfín de disparates que allí se iban aglomerando. Quizá, la única salvedad venga de la mano de las preguntas técnicas o sobre tecnología, pero no os veo yo en condiciones de pedir más a un canonista de rancio abolengo.

Cuando alguno de los fotógrafos oficiales me pase material, colgaré fotos que marcarán el rumbo de vuestras vidas.

jueves, 2 de julio de 2009

Escuadras y cartabones

En este mundo infernal, do quien no compra perece, cuando uno recibe la llamada telefónica de un antiguo compi del cole con el que perdió un alto porcentaje de contacto, y el antiguo compi del cole le comunica que tiene que decirle algo en confianza, y le pide sigilo, y se muestra aturullado y confuso, uno puede esperar:

... Que te confiese que es gay.
... Que te confiese que no es gay.
... Que te pida bienes materiales.
... Que te quiera vender un jacuzzi respetuoso con la capa de ozono.
... Que te haya plagiado la tesis.
... Que le haya dedicado un soneto a la luz de la luna.
... Que se crea Pol Pot.
... Que te quiera crear expectativas.

Lo que uno no puede esperar es que te confiese su pertenencia a la Masonería Regular andaluza en grado de Compañero, que te invite a su próxima Cena Solsticial, que te hable de Gnosticismo, que pretenda que te unas a ellos y, más que cualquier otra cosa, que todo esto sea rigurosamente verídico.