Si bien es cierto que muchas de las universidades españolas no están en pleno uso de sus facultades, declaro con orgullo y altivez que trabajo en una de las más estupendas. Pensaréis que digo esto para que lo lea el Rector y acto seguido me designe Doctor Honoris Causa y me dedique un aula magna. A continuación, el Alcalde, vista mi influencia, bautizaría a la Gran Vía con mi nombre y apellido de soltero, o establecería un día festivo para conmemorar mi existencia, o ambos. Habría desfiles, una estatua ecuestre y mucho Barroco francés, y quizá me plantearía conceder títulos nobiliarios a los que me apoyáis con vuestros comentarios en el blog, aunque es seguro que no lo haría. Y así sucesivamente.
El caso es que no lo digo por todo eso -que también-, sino porque afirmar lo contrario sería faltar a la verdad. Si no lo creéis, si la sombra de la duda se cierne sobre vosotros, no tenéis más que estudiar Derecho en nuestra Facultad. Facultad que, como tantas, se compone de departamentos; y los departamentos, de áreas; y las áreas, de profesores; y los profesores, de cabeza, tronco, extremidades, epidermis y asadura o higadillo.
En esa, que es la clasificación tradicional, la escolástica, no aparecen mencionadas unas de las piezas clave de la Universidad, sin cuya presencia la vida sería oscura, monótona y muy probablemente carente de material fungible: los administrativos. Aquí, sobre todo, administrativas. Omitiré datos personales por el momento y porque ellas saben quiénes son. Un cuerpo de administrativas que da gloria verlas de eficientes y geniales que son. Un cuerpazo, en definitiva.
¿Qué? ¿Os he convencido ya? ¿Os venís?
El caso es que no lo digo por todo eso -que también-, sino porque afirmar lo contrario sería faltar a la verdad. Si no lo creéis, si la sombra de la duda se cierne sobre vosotros, no tenéis más que estudiar Derecho en nuestra Facultad. Facultad que, como tantas, se compone de departamentos; y los departamentos, de áreas; y las áreas, de profesores; y los profesores, de cabeza, tronco, extremidades, epidermis y asadura o higadillo.
En esa, que es la clasificación tradicional, la escolástica, no aparecen mencionadas unas de las piezas clave de la Universidad, sin cuya presencia la vida sería oscura, monótona y muy probablemente carente de material fungible: los administrativos. Aquí, sobre todo, administrativas. Omitiré datos personales por el momento y porque ellas saben quiénes son. Un cuerpo de administrativas que da gloria verlas de eficientes y geniales que son. Un cuerpazo, en definitiva.
¿Qué? ¿Os he convencido ya? ¿Os venís?