lunes, 27 de diciembre de 2010

Primeros pasos para desconfigurar una civilización

Muchos me habéis manifestado, de forma más o menos implícita, vuestro deseo de alterar gravemente la civilización occidental o cualquier otra a vuestro alcance. Os entristece, empero, no saber cómo contribuir a tan magna empresa. A vosotros va dirigido este post. Aquí hallaréis las dos maniobras básicas que han de observarse para terminar con esto de una vez por todas.

En primer lugar, es fundamental conducir en pijama. Cuando cojáis el coche para realizar desplazamientos, hacedlo siempre en pijama. Sembraréis el desconcierto, y ese mismo desconcierto dará lugar a la desmembración social, que sucede en el tiempo, por tanto, al desconcierto y coincide con la desmembración social. Sociólogos y analistas señalan que los grandes revolucionarios, tales como Marx, Lenin o Billie Holiday, fracasaron en sus intentos por no atraverse a incluir este extremo en sus manifiestos y canciones protesta.

Al mismo tiempo, es importante que observéis el segundo paso: pedid en los restaurantes cantidades ilógicas de comida. Doce entrecots con salsa roquefort para una sola persona, por ejemplo. Ningún restaurador cuestionará la petición, y mucho menos se dará cuenta de que estáis destruyendo su civilización. Si queréis precipitar los acontecimientos, hacedlo fuera de horario. Así, podéis pedir esos doce entrecots a las once y media de la mañana. También podéis actuar por defecto, y pedir de comer una pieza de fruta -de fruta pequeña, a ser posible-, si bien los resultados en estos casos aún no se muestran concluyentes ni falta que hace.

Eso sí, id pensando en alternativas, que vivir en la barbarie termina aburriendo.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Feliz Navidad, y así sucesivamente

Ya sabéis que no discrimino entre tiempos litúrgicos cuando se trata de desear felicidad, pero lo suyo ahora es que paséis una Feliz Navidad, en compañía de vuestros familiares, amigos y blogs favoritos.

No obstante, os quiero contentos y sonrientes también en Semana Santa e incluso durante el tiempo ordinario.

Y así fue cómo un simple mensaje de felicitación navideña se convirtió en un post de tres párrafos.

domingo, 19 de diciembre de 2010

De aquellas pajas...

Yo puedo concebir que cuando acudo a los concesionarios de coches, los dueños, vendedores, clientes y accionistas mayoritarios, al verme la cara, se froten las manos y urdan maquiavélicos planes, casi siempre consistentes en convencerme de que a mi Polo se le ha roto el condensador de fluzo y en hacerme salir del local, finalmente, con el mismo atuendo con que en los antiguos tebeos la gente abandonaba los casinos: un barril con tirantes.

Me cuesta más asimilar que en La Albayda, céntrico restaurante franquiciado de Murcia, pida yo un revuelto de gulas, gambas y patatas paja, y me pongan un revuelto de gulas, gambas y patatas chips cuidadosamente desmenuzadas tras sentarse, a la vista de los resultados, la cocinera sobre la bolsa.

Tenía yo entendido que lo normal en estos casos, tras la queja oportuna, era una petición de disculpas por los empleados y la asistencia al proceso de sustitución del plato defectuoso por otro que ni has pedido ni te apetece, normalmente tarta de manzana retestinada o cabezas de gamba con olor a lejía. Desde luego, no esperaba que el joven aunque ya canoso camarero me espetara un "¡vaya, te has dado cuenta!" tan jovial como espontáneo.

La próxima vez ya me encargaré yo de que no haya próxima vez.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Prealarma

El temario de la asignatura Derecho Constitucional III se centra en la por todos conocida como parte dogmática de la Constitución, referida al estudio y análisis de los derechos fundamentales y las libertades públicas consagradas en la Sección Primera del Capítulo Segundo de su Título Primero, así como de los mecanismos de garantía y supuestos de suspensión que les afectan. Os lo digo como lo siento, ya me perdonaréis si he sido demasiado brusco.

El intríngulis viene cuando llega el viernes día 3 de diciembre de 2010 y te toca abordar en clase los estados de alarma, excepción y sitio. Y es entonces cuando carraspeas, alzas la voz y declaras en tono solemne y con el dedo índice de la mano derecha absolutamente enhiesto que en España, desde que se instauró la democracia, jamás, nunca, se ha declarado el estado de alarma.

Veintitrés horas antes de que el Consejo de Ministros lo decrete, dejándome por gafe, agorero y zahorí. Pudo ser mucho peor. Ese mismo día también expliqué el estado de excepción y de sitio. ¿Queréis saber de lo que van?

domingo, 12 de diciembre de 2010

Culpad a Toledo

A Toledo, la ciudad que me ha acogido en sus senos generosos durante el pasado puente de la Maculada Constitución, dejándome maltrecho, malherido y malhadado. Ha sido un road-trip lúdico, artístico, litúrgico y gastronómico.

Lúdico, porque se trataba de festejar que José Miguel pronto devendrá padre de familia, y no podrá salir con el grupúsculo de amigos a subir y bajar cuestas toledanas ni pertenecientes a otras ciudades españolas hasta que su hijo alcance la plena capacidad de obrar. Y como las despedidas de soltero vulgares nos resultan vulgares, nos decidimos por un plan tranquilo que nos permitiera emitir leves quejidos de anciano cada vez que nos sentáramos sobre superficies horizontales.

Artístico, porque hemos visto la Catedral, la iglesia de Santo Tomé, de San Juan de los Reyes, de El Salvador, el monasterio de Uclés y hasta el mismísimo Alcázar de Toledo, ubicación del Museo del Ejército y de su exposición sobre guerras, pistolas, uniformes, espadas, cañones y demás parafernalia bélica. Lo mejor, los comentarios de la gente y un traje original de Don José Canalejas que hizo que salivara abundantemente (yo, no Don José). Además, me declaro oficialmente enamorado de "El entierro del Señor de Orgaz", y anhelo la promulgación de una ley que apruebe los matrimonios entre humanos y cuadros de El Greco.

Litúrgico, porque el domingo oímos misa conventual de rito mozárabe a las diez de la mañana. Toda en latín, cantada y pretridentina. Así sí.

Y gastronómico, porque comimos a todas horas alimentos que nos proporcionaban la energía necesaria, que no suficiente, para escalar las calles de Toledo. Para esto último, nada mejor que un buen racimo de croquetas de carne de ciervo para alternar con la ingesta desmesurada de mazapanes.

El próximo post tratará sobre cómo augurar un estado de alarma sin salir de tu municipio.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Exámenes de ayer, de hoy y de siempre: el carnet de conducir

Nunca me ha gustado conducir, porque ni me oriento bien ni dejo de preferir que sean otros (vulgo chóferes, chóferes vulgares) quienes me lleven de aquí para allá, pero noblesse obligue y hace doce años no me quedó más remedio que adentrarme en los cauces administrativos que concluyeron con la obtención del correspondiente carnet. Si bien el examen teórico no presentó demasiados problemas y me dieron el PA+ a la primera, el práctico -o los prácticos, para ser exactos-, merecen (dos) párrafos extra.

La primera vez no empecé del todo bien. A los pocos metros de la línea de salida me paré en un semáforo en verde, quizá por pensar que, si saltárselo en rojo era falta grave, pararse en verde debía de ser sobresaliente cum laude. El examinador, visiblemente molesto, me advirtió de que aquello estaba feísimo. Salvo ese detalle, todo fue bien. O eso pensaba yo hasta que recibí el suspenso oficial. El motivo fue, literalmente, "exceso de prudencia". Pudo tener algo que ver el hecho de que no pasara de segunda durante el trayecto. No obstante y pese a lo justo del fallo, clamé al cielo.

El segundo examinador era un señor a quien sus cerca de quinientos kilogramos de peso conferían cierto aspecto de bonhomía, abotargamiento y congestión cerebral. Aquello me alentó. Descarté la idea primigenia de salir ya directamente en tercera, pero esta vez sí toqueteé la palanca de cambios con alegría y desparpajo. Tan sólo al desembocar en una calle infestada de coches zombies tuve que frenar de manera un poco brusquísima, pero no fue suficiente para merecer el suspenso. Así acabó mi periplo. Mi coche tiene ya nueve años, y sobre él ya se ha escrito mucho. Dejémoslo ahí. En el garaje.

En siguientes entregas: ¿Es posible copiarse durante un examen de alemán en la Escuela de Idiomas mientras la profesora ojea en su mesa un ejemplar de Marie Claire?